Aunque la vertiente económica nunca ha sido uno de los principales argumentos para la regulación del cannabis, tampoco debe desdeñarse. Mientras la legalización avanza por el mundo, las empresas van tomando posiciones en un mercado global que resulta muy apetitoso.
La tradición reformista española, nunca ha recurrido a la vertiente económica para reivindicar la legalización del cannabis. Siempre se ha basado en otros motivos, desde el libre desarrollo de la personalidad individual hasta la lucha contra el narcotráfico, pasando, como no, por la protección de la salud pública.
A pesar de esto, en los últimos años, la dimensión monetaria se ha convertido en un elemento más para reclamar que el cannabis pase a ser legalizado. Lógico, pues las cifras que manejan algunos territorios donde el cannabis es legal son para tener muy en cuenta.
La legalización mermaría el negocio del mercado negro, haría crecer el erario público gracias a los impuestos y regularizaría miles de puestos de trabajo; en definitiva, haría emerger los millones de euros que ahora transitan por una economía sumergida, en gran parte controlada por redes de narcotráfico.
En definitiva, el cannabis no debe legalizarse solamente por intereses monetarios, pero no es baladí desdeñar, como un argumento a su favor más, el revulsivo que supondría para una economía como la española.
Pero ¿de cuánto estamos hablando? La respuesta depende del modelo que se aplique para regular el cannabis. No hay comparación posible entre los ingresos que genera el modelo estatal de Uruguay con el modelo de mercado casi libre de algunos estados de EE. UU. Como por ejemplo Colorado.
Uruguay un modelo estatal más social
En noviembre de 2018, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), estimaba el volumen del mercado regulado de Uruguay, desde su legalización en agosto de 2014, en unos 22 millones de dólares.
Esta cantidad es insuficiente para cubrir los costes del IRCCA (estructura, sistema de producción, distribución y control del cannabis, entre otros gastos). Resumiendo, Uruguay ha perdido dinero con la legalización.
Pero poco importa la vertiente económica en el modelo uruguayo porque su objetivo principal es mermar el narcotráfico para reducir los índices de delincuencia y violencia.
Ingresos espectaculares en EE. UU.
La situación en Colorado es radicalmente distinta. El Department of Revenue, lo que sería su Agencia Tributaria, apunta que, desde la legalización el 1 de enero de 2014 hasta febrero de 2019 había ingresado en concepto de impuestos, tasas, e ingresos por tramitación de licencias la friolera de 927 millones de dólares.
El dinero derivado de los tributos cannábicos en Colorado se destina a mejorar el sistema educativo, el sanitario y a la protección de los pueblos nativos, entre otros proyectos de corte social.
El Department of Revenue anunciaba que el volumen de negocio histórico (cinco años) había alcanzado los 6.000 millones de dólares. Cantidad sumamente interesante para un estado habitado por poco más de 5,4 millones de personas.
Los ingresos son espectaculares en todos los estados norteamericanos que han legalizado el cannabis recreativo como Washington, California, Oregón o Alaska.
Miremos por donde miremos, el baile de cifras es tremendo. Las perspectivas futuras ya son espectaculares, así pues, la consultora californiana View Research estima que en 2025 el mercado mundial del cannabis ascenderá hasta los 146.000 millones de dólares.
Ante todas estas cifras mareantes ¿podemos predecir el volumen que representaría esta actividad en nuestro país? En un próximo artículo de nuestro Blog intentaremos dar cumplida respuesta a esta cuestión.