Cannabis una historia más de la hipocresía humana

con No hay comentarios
A partir de la segunda mitad del siglo XIX el cannabis entra sin ninguna reticencia, por parte de las autoridades sanitarias, en todas las farmacopeas europeas hasta que a mediados del siglo XX se demonizó y prohibió por “depravar”, según el grupo de poder de la época, a negros e hispanos.
El cáñamo no se adaptó bien a los requisitos de la Revolución Industrial, no hubo desarrollo tecnológico de maquinaria para su recolección, hasta bien entrado el siglo XX, que redujera los costes de su mano de obra.
Las sogas de los barcos a finales de este siglo comenzaron a hacerse de cable de alambre y con la aparición del barco de vapor desaparecieron las velas de cáñamo.

De la entrada en las farmacias a su demonización

A partir de la segunda mitad del siglo XIX el cannabis entra sin ninguna reticencia por parte de las autoridades sanitarias en todas las farmacopeas europeas. Pero a finales del siglo XIX y con el desarrollo de sustancias sintéticas como la aspirina y los barbitúricos, que en esa época eran químicamente más estables y fiables que el cannabis, se aceleró la decadencia del cannabis como producto farmacéutico. El control internacional del cannabis comenzó en el Convenio de Ginebra de 1925.

En la sociedad estadounidense de principios del siglo XX el magnate de prensa William Randolph Hearst (1863–1951), al que podríamos tildar como el enemigo público número uno de nuestra bien amada planta, utilizó todos sus medios de comunicación publicando artículos pendencieros y sin ningún tipo de rigor en los que desarrollaba la teoría de que los negros y mexicanos se convertían en bestias depravadas bajo los efectos de la “marijuana”.
Hearst utilizaba la palabra “marijuana” y no “cáñamo” o “cannabis” para que sus lectores desconocieran de qué tipo de sustancia se trataba. En definitiva, como podemos ver todo un precursor de lo que hoy en día denominamos “Fake News”
Sus campañas sensacionalistas influyeron en la prohibición del cáñamo. La poca información sobre el cannabis en dicha época llegaba de la mano de los periódicos locales sensacionalistas de Hearst. Entre 1916 y 1937, un accidente de coche donde se hubiera encontrado algún canuto de cannabis ocupaba todos los titulares durante semanas, los mexicanos eran falsamente acusados de extender el vicio entre los jóvenes en las puertas de los colegios y así un largo etc.
Siguiendo en este clima de demonización en 1936 el director de cine Dwain Esper filmó Marihuana. El filme narraba las aventuras de unos jóvenes que la fumaban y se convertían al crimen bañándose pecaminosamente desnudos.

Otra película de ese mismo año 1936 fue Reefer Madness, dirigida por Louis Gasnier. Fue elaborada como parte de la campaña de la Federal Bureau of Narcotics. La película mostraba lo sucedido a un grupo de muchachos que tras probar la marihuana cometían asesinatos, se volcaban a la prostitución, las violaciones, al terrorismo y el suicidio.
Vamos, ambas películas, no dejan de ser todo un despropósito falto de rigor y veracidad, en definitiva, pura basura propagandística, que fue minando y calando en la opinión pública de la época, generando una corriente totalmente contraria al cannabis.

Y llego la prohibición

Ante estos vientos en la opinión pública, en 1937 Estados Unidos prohibió el cannabis para cualquier fin. También hay que destacar que fueron muchos otros factores los que hicieron que el cannabis cayera en desgracia y se eliminase del mercado.
Hacia 1933 se había vuelto a legalizar el alcohol en los Estados Unidos y la mayor parte de los cuerpos policiales iban a quedarse sin trabajo. La prohibición del cannabis fue una excusa para seguir manteniéndolos en activo.
La industria petroquímica eliminó la necesidad de cannabis como materia prima y la fibra de madera reemplazó al cáñamo en la fabricación de papel. En definitiva, poderosos lobbys de las industrias algodoneras, madereras y de la potente y emergente industria química y petrolera hicieron todo lo posible utilizando los medios de comunicación de Hearst para quitarse de en medio al molesto cannabis.
También se eliminó de todas las farmacias del país, sustituyéndolo por las nuevas drogas como barbitúricos o benzodiacepinas, que el lobby farmacéutico quería colocar como predominantes.
La prohibición mundial se consiguió durante 1961 en la Convención Única de Drogas de las Naciones Unidas. En los siguientes veinticinco años se legisló para eliminar totalmente el uso mundial del cannabis.

¿Soplan ahora vientos aperturistas?

Lo más curioso es que cuatro años más tarde, en 1964, los químicos Rafael Mechoulam y Yechiel Gaoni de la Universidad de Jerusalén aislaron el principio activo del cannabis, el tetrahidrocannabinol o THC.
Este revolucionario descubrimiento supuso una nueva clase de compuestos, estructuralmente distintos de otras sustancias y con eficacia terapéutica demostrable. Desde este año, se estima que existen más de mil compuestos en el cannabis, llegándose a aislar más de cuatrocientos compuestos diferentes muchos de ellos con innegables propiedades terapéuticas.
Y así llegamos a nuestro nuevo siglo XXI y más concretamente al año 2013 en Uruguay que se convierte en el primer país en legalizar la venta, distribución y el cultivo de nuestra amada planta y en el año 2018 Canadá, sigue la estela y se convierte en el segundo país del mundo en legalizar el cannabis recreativo y Alemania en 2024 en el tercero.
Así, la historia del cannabis continua entre periodos históricos detractores y periodos históricos más favorables ¿Estaremos viviendo en la actualidad un periodo histórico más favorable a la planta?
Lo que si podemos afirmar es que la historia del cannabis es una más en la larga lista en las historias de la hipocresía humana, tal como podemos apreciar actualmente con todo lo que está ocurriendo en la franja de Gaza y los continuos desatinos del actual presidente de Estados Unidos Donald Trump.